Sin embargo es usual, y lo digo por experiencia, el decir: “Mi gato/perro/lo que se sea se porta mal”, “¡Mírale que malo es!” y demás ejemplos, puesto que es lógico que a un animalito al que consideramos parte de la familia le tratemos como a un humano. Y yo creía eso, que había algunos animales “malos”, hasta que en una clase de filosofía en la que estábamos hablado de… alguna teoría de algún filósofo, comenzamos a hablar de los animales y su conciencia, y fue entonces cuando el profesor nos dejó caer una pregunta: “¿Creéis, de verdad, que vuestras mascotas diferencian entre el bien el mal? ¿Creéis que cuando vuestro perro o gato mata alguna liebre o ratón sabe que está mal matar? ¿Por qué todos estamos de acuerdo en que matar está mal, no?”
Comencé a darle vueltas, y a darme cuenta de la razón de aquellas palabras, bajo mi punto de vista, los animales tienen sentimientos, saben querer, sufrir etc… Sin embargo no pueden diferenciar entre lo que está bien y lo que está mal, ya que “la sociedad” está creada por los humanos y para los mismos, y son (somos) ellos los que deciden “qué está bien” y “qué está mal”, por lo que un animal no puede entender esa diferencia.
Así
que cuando nuestras mascotas hacen algo mal, no lo hacen adrede, ni son malos,
tan solo siguen sus sentimientos y a veces eso les hace hacer cosas que para
nosotros son malas.
De
forma que para mí, ningún animal es malo, ningún animal hace las cosas para
fastidiarnos, sino que lo más probable sea que intenta llamarnos la atención (a
su manera).
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